El 23 de septiembre de 1947, la CGT realizó una concentración en Plaza de Mayo, frente a la cual el presidente Juan Domingo Perón entregó a Evita el decreto de promulgación de la ley 13.010, que puso fin a la marginación de las argentinas como ciudadanas.
Al recibir el decreto de manos de Perón, Evita pronunció su primer discurso público.
“Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispación de indignación, sombra de ataques amenazadores pero también alegre despertar de auroras triunfales. Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional”.
La complejidad de la incorporación de cuatro millones de mujeres a los padrones impidió que el voto femenino se pudiera ejercer en la siguiente elección, en 1948. Por eso, la primera oportunidad en que las mujeres votaron en la Argentina fue en noviembre de 1951. Evita ya estaba gravemente enferma y debieron llevarle la urna hasta su cama.
Compañera Evita
¡PRESENTE!
¡AHORA Y SIEMPRE!

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